Me acerqué hasta la mesa y respondí al teléfono.
- Diga?
- Soy el director de la académia de enfermedades exóticas.
- Ah, dígame.
- Hemos aprobado tu solicitud para ingresar, enhorabuena.
- Oh, gracias!-se me puso una sonrisa de oreja a oreja.
- El martes a las onze y media le parece buena hora?
- Claro.
- Así te explicamos la normativa y cuándo empezaras.
- De acuerdo.
- Adiós.
Colgué y eché el teléfono encima de la mesa y me puse a saltar como una loca.
Era una suerte que me hubierán aceptado porque así podría conseguir más experiencia y más clientes.

 Recogí mis cosas, cerré la clínica y me dirigí a casa.
Todo iba tan bien desde que llegué, la suerte o el destino me había ayudado bastante, me preocupaba si eso era bueno o malo...
Llegué a casa me puse ropa cómoda y me quede mirando por el ventanal pensando.
No me podía quitar de la cabeza que me habían aceptado la plaza vacante en la académia, así que decidí organizarme unos horarios para poder ir a la clínica, estudiar y tener suficiente tiempo libre para mí.
Llamé a Sandra.
- Hola!
- Miri ! Cómo va todo?
- No podría ir mejor, te acuerdas de la plaza que solicité?, si la de la académia..?.
- Ah si.
- Me la han aceptado! - grité eufóricamente.
- Enhorabuena! tenemos que celebrarlo eh.-dijo entre risas.
- Claro!
Estube un buen rato hablando con Sandra cómo siempre, contandónos todo lo que nos ocurria.
Cuando deje de hablar con ella cené un poco y me fui a la cama a dormir.

La mañana siguiente libraba, era sábado y ese día lo tenía para descansar.
Mientras desayunaba pensé que sería buena idea ir a ver a Christina para que me llevara hasta la académia, porqué yo no tenia ni idea de dónde estaba.
Me vestí y fuí a su casa.
- Hola Miriam, pasa. - dijo con su característica sonrisa mientras abría la puerta.
- Hola.- dije mientras entraba.
La casa de Christina era " especial " me gustaba llamarlo así porque cuando entrabas siempre se podía oler un aroma muy suave a lavanda, era muy acogedor. Tenía una entrada que daba directamente al salón-cocina, dónde allí había una chica en silla de ruedas.
- Esta es mi hermana Megan.
- Un placer.- le estreché la mano.
- Lo mismo digo.- me contestó.
No tendría muchos más años que Christina, se parecian bastante estéticamente, pelo castaño, ojos claros, sería de la misma edad o poco menos. En lo que no se parecía mucho era en su forma de actuar. Un rostro neutro y ligeramente afligido, no parecía muy feliz.
Por lo que veía era discapacitada.
- Voi a coger unas cosas.- dijo Megan alejandose por el pasillo.
- No tardes, papá y mamá no tardaran mucho.
- Si quieres vuelvo en otro momento, no me importa.- le dije a Christina.
-No, no. Es que mis padres vienen a recogerla, sólo eso.
- Quería preguntarte si sabes dónde esta la académia, es que me han aceptado la solicitud peró no sé dónde esta.
- Oh vaya enhorabuena.- dijo mientras sonreía.- Sí, sé dónde está. Quieres que te acompañe?
- Cúando puedas, tengo cita el martes.
- Vale, pues si te viene bien el lunes...-me dijo esperando mi respuesta.-
- Claro.
- Siento lo que pasó el otro día, ya sabes mi hermana está discapacitada y la tengo que cuidar.
- Tranquila no pasa nada.
Christina se dirigió a la cocina y trajó un surtido de galletas, me ofreció y empezó a contrarme lo que le pasó a su hermana.
- Es que veras...no tengo mucho tiempo libre porque mi hermana tuvo hará casi medio año un accidente en el que perdió la movilidad parcial de las piernas. Los médicos dijeron que no era grave, que se recuperaría pronto, pero desde que pasó no he visto mejoras, todo al contrario. Así que tuve que renunciar a mi trabajo para poder cuidarla porque mis padres ya tienen una edad. Siempre me dicen que aún es pronto para que se recupere...- apartó la mirada y suspiro.
- Bueno, ellos saben lo que hacen...-le dije para animarla.
- Eso espero.-contestó.
Se oyó el clacson de un coche y Megan se asomó.
- Ya están ahí, tengo que irme. Adiós!- se despidió y se fue.
- Lo llevas todo?, llámame si quieres algo...-empezó a decirle Christina mientras la acompañaba a la puerta.
Me quedé obervando el salón, era amplio si. Tenía una chimenea con dos ventanas a cada lado en las que se podía ver la calle, las paredes estaban decoradas con fotografías enmarcadas, hubo una que me llamó bastante la atención...