Abrí la puerta y vi a una mujer de piel bastante oscura, pelo largo y lleno de trenzas. Llevaba como un uniforme, unos pantalones negros, una camisa de manga corta color azul cielo con un pequeño logotipo en la parte derecha, como un niño sentado en media luna o algo así.
- Hola, eres la veterinaria no? - me preguntó, tenia la voz bastante grave.
- Si, me imagino que seras la chica que ha llamado por lo del caballo.
- Si he sido yo, me llamo Carolina.
- Yo Miriam, un placer.- Nos estrechamos la mano.- Un momento, voy a coger la bolsa de mano.
- Claro, te espero en el coche.- me dijo señalando un todo terreno de color rojo granate.
Entré eché una ojeada para no dejarme nada encendido, cogí la bolsa y las llaves y me fui al vehículo dónde estaba Carolina. Durante el viaje hablamos un poco.
- No está muy lejos, sólo que está bastante escondido y debes conocerte un poco el terreno.- Decía mientras conducía.
- Gracias por venir a por mí, no hubiera podido ir.
- De nada mujer, es que el caballo lleva dos días bastante enfermo, y queremos que se recupere para cuando venga.
- Ah...- le dije un poco confundida.
Para cuando venga? Quien tenía que ir?, soy bastante curiosa así que quería saber porqué dijo eso, pero no quería preguntarle porqué, yo sólo iba por la salud del animal, no a cotillear...
- Ya estamos casi.
Le sonreí y me puse a ver por la ventana. Veía campos, algún que otro vallado con vacas y poco más. Hubo un trozo que sólo veía un muro de ladrillos rojos con flores por encima, quedaba muy elegante.
- Ahí es.- dijo mientras giraba el volante para aparcar el coche.
Cuándo Carolina giró vi unas puertas enormes. Mi rostro canvió por completo, no me lo podía creer...me encontraba en el rancho de Neverland, propiedad del cantante Michael Jackson.
Shoqueada por la belleza y la inmensidad de lo poco que tenía ante mis ojos, cogí la bolsa y bajé del vehículo.
Me fui hasta delante de la puerta contemplando hasta el mas mínimo detalle. Arriba la palabra "NEVERLAND " grabada en una cinta de acero. Al medio de la puerta formada por unas barras de acero de un color azul eléctrico, decoradas en los extremos con un tipo de punta de flecha de color dorado, unas figuras doradas en el centro dónde estaba la cerradura, a la derecha un unicornio con un collar como si estuviera atado a una cinta que había debajo dónde estaba inscrita una frase : " DIEU ET MON DROIT ". Era francés, no sabía mucho, sólo me sonaban dos palabras. A la parte izquierda un león ornamentado con una corona, estaba sujetando una especie de rueda en la que había grabado algo dentro pero no me dio tiempo a verlo porque las puertas empezaron a abrirse.

Esperé hasta que se abrieron al lado de Carolina, hasta que me dijo que entráramos.
Estaba completamente alucinando, no me podía creer que estuviera allí en Neverland. Al entrar había un camino bastante amplio que se iba dividiendo en pequeños senderos, indicados con carteles. Era normal, aquello era inmenso, sin duda me perdería fácilmente. A la izquierda desde mi posición una subida en el terreno en la que encima se encontraba la casa, echa de ladrillos rojos con ladrillos blancos en las esquinas, era preciosa con un reloj gigante que marcaban las cinco y media de la tarde. Yo puse muchísimo empeño para intentar divisar con suerte a Michael.

Seguí a Carolina mientras iba contemplando hasta el mínimo paso que daba, me sentía como en un cuento de hadas, anhelando mi infancia más que nada, era el paraje al que todo niño le hubiera gustado ir alguna vez, con atracciones, animales...
Llegamos a los establos. Eran bastante grandes, en la puerta había un cartel que ponía " HORSE, A FREE SPIRIT " significaba " Un caballo, un espíritu libre." me encantó esa frase era una verdad enorme.

Carolina abrió la puerta y habían unos cinco boxes a cada lado, sólo dos contenían un caballo.
Me llevó dónde estaba el caballo enfermo. Un box bastante grande dónde el caballo estaba muy bien. Arriba de la puerta ponía : Butterflyes . Me imaginé que sería el nombre del caballo.
- Mírala la pobre está cabizbaja, pasa el día acostada y cuando se levanta porque la sacamos un poco, cojea.
Era una yegua, por la estructura que tenía y el color era de raza Apaloosa, un buen ejemplar de color plateado con las características manchas en la grupa y crines de color gris.
No quería acercarme para empezar a examinarle, yo era completamente desconocida y la yegua no se encontraba en buen estado, tendría que ganarme su confianza para que me dejara examinarla y ver que le ocurría.
Saqué de mi bolsa unos terrones de azúcar, (a los caballos les encantan) i me acerqué para darselos.
Intenté hacer que el caballo se levantara para ver de que pata cojeaba.
Era la derecha de delante, tenía laminitis, una enfermedad que suele pasar en la mayoría de equinos, puede ser por muchas causas. Me imaginó que fue por una gran ingestión de agua fría por el calor que ha echo.
- Me parece que tiene laminitis, es una inflamación de las láminas podales, al caminar pisa y le duele. No es grave pero hay que poner a la yegua en observación.
- Claro, puedes venir cuando quieras.
- Lo malo es que no tengo vehículo, intentare que mi vecina me acerque si puede.
- Tranquila yo puedo ir a por tí, de cinco a nueve de la noche es cuando estoy.- sacó un bolígrafo y una mini libreta y escribió su teléfono.- Aquí tienes, cuando necesites venir llámame.
- Vale muchas gracias, voy a darle un antinflamatorio.- Se lo dí y recogí mis cosas, tenía que irme.- Carolina gracias por traerme, si ves que mañana esta igual y pierde el apetito llama al número de urgencias.- le dí una tarjetita de la clínica.-El lunes te llamaré para ver cómo va.
- De acuerdo.- sonrió y nos dirigimos hasta la entrada para que me llevase a casa.

Eran las ocho de la tarde. La verdad, no quería irme de allí, era tan bonito, tan acogedor, que me quedaría el resto de mi vida.
Pero ya había cumplido mi trabajo, aunque el lunes tenía que volver para ver el estado de Butterflyes.
Llegué a casa y me despedí de Carolina. Aún seguía un poco en estado de shock...todos los días no visitas la mansión de un famoso y menos de Michael Jackson...
Pero bueno tiene animales y como todo ser vivo enferman y necesitan a alguien para que los trate.
Esto tenía que contárselo a Sandra urgentemente así que le llame.
- Sandra, Sandra! - decía eufóricamente.  
- Miri! Que pasa?
- No te vas a creer dónde he estado...!
- Haciéndole la manicura al perro de Paris Hilton? - dijo irónicamente de broma.
- Haha, no tonta!- me hizo que echará una carcajada.- He estado...en...en...es que aún no me lo creo.-dije para ponerla nerviosa.
- Venga no seas mala, dónde venga dímelo.- suplicaba.
- En Neverland!
- Wo! Es más guapo en persona?!, es simpático!?, no me lo digas! te lo has ligado!.-dijo riéndose.
- No, no le he visto y mira que he estado un buen rato buscándolo por todas partes para verle.- dije con tono de enfado de broma.
- Haha que pena tia...que a que has ido?
- Tenía un caballo con una inflamación en el casco, pero sabes? el lunes vuelvo!
- Si lo ves pídele un autógrafo eh! y dile que le quiero! Haha.
Estuve como de normal hablando con ella un buen rato hasta la hora de cenar, mientras veía la televisión hubo una noticia que realmente me sorprendió...